Durante los interglaciales, el deshielo fue creando cuevas en la piedra caliza.
Estamos hablando de construcciones que tuvieron lugar en el transcurso de 1.000.000 de años.
Cuando se produjeron graves catástrofes sobre la superficie del planeta, que ocasionaron largos períodos en que no se filtraba la luz del Sol, las personas, para sobrevivir, se introdujeton en esas cuevas.
No se fueron solos; llevaron consigo los elementos de su civilización, y siguieron evolucionando.
Se dice que algunos fueron a vivir bajo el Monte Shasta, en la ciudad que ellos nombraron Telos.
La elección de dejar la superficie fue dolorosa; lo hicieron para salvar su estirpe y el nivel de logros alcanzado en su proceso evolutivo.
Luego de cada gran catástrofe disminuye considerablemente la luz del Sol; se incrementa el frío, la vida animal y vegetal se hace difícil. La vida en la superficie se torna intolerable, de modo que la mayor cantidad de gente que se quedó, eventualmente murió.
Pintura de Gustave Doré.
Durante años los terremotos se tornan constantes y violentos. A los terremotos los siguen los tsunamis, con olas tan grandes que ingresan a la tierra hasta una distancia de 100 Kms., destruyendo todo en su camino.
Aquellas ciudades que no fueron tomadas por el mar de barro o por las olas gigantes, eventualmente se sacudieron hasta reducirse a escombros por los constantes terremotos ocurridos durante centurias. Hambruna y enfermedades predominaban por todos los lugares.
Aquellos que fueron bajo tierra, los sobrevivientes de estas catástrofes, pudieron, gradualmente, desarrollar un tipo de vida bajo tierra que resultó mucho mejor y maravillosa que la que llevaban las personas sobre la tierra.
En ese momento, diversas bandas de extraterrestres indeseables vinieron a dominar y robar a la gente sobre la tierra que estaban tratando de sobrevivir lo más pacíficamente que pudieran.
Los extraterrestres no fueron los únicos causantes de la negatividad en el planeta.
La mayor parte de la gente de la tierra había caído en una completa insensibilidad, y se abusaban entre sí.
Amor, compasión y una real hermandad habían quedado en el pasado, olvidado por casi toda la población de la Tierra. La humanidad, en muchas áreas, habían vuelto al nivel de la era de las cavernas y de guerras salvajes.
Desde entonces es que la gente de la Tierra no ha dejado de pelear unos contra otros.
Ha habido épocas de paz y amor, pero nunca duraron demasiado. Siempre hubo quienes se ocuparon de alterar esta situación, poniéndoles fin mediante ataques y destrucciones. Aún hoy, ante el amanecer de una Era Dorada permanente en este Planeta, hay muchos que aún viven en la conciencia del miedo, violencia, enemigos, controlando a otros, manipulación, guerras, intolerancia, imposición de impuestos, decepción, avaricia, etc.
Los intraterrestres se dedicaron a su evolución espiritual, y de mantenerse fieles a su herencia de paz, amor y hermandad; así encontraron más sencillo el vivir bajo tierra que sujetos a la maldad que existía en la superficie.
Intraterrenos en Amérika
domingo, 24 de julio de 2011
sábado, 30 de abril de 2011
Iluminación intraterrena
En las ciudades del interior todo es controlado por magnetismo avanzado, incluyendo la iluminación: no hay lámparas regulares y los túneles son iluminados por unidades pentoxido-fosfóricas con bandas de emisión más amplias de lo normal.
El pentoxido fosfórico es corrosivo, peligroso, provoca quemaduras en cualquier área de contacto. Es nocivo si es ingerido o inhalado. Su vapor provoca irritación en el tracto respiratorio. Reacciona de manera violenta con el agua provocando calor y ácido fosfórico.
El pentoxido fosfórico es corrosivo, peligroso, provoca quemaduras en cualquier área de contacto. Es nocivo si es ingerido o inhalado. Su vapor provoca irritación en el tracto respiratorio. Reacciona de manera violenta con el agua provocando calor y ácido fosfórico.
jueves, 13 de enero de 2011
Maravillosos lugares
La sierra, que comienza en la Barra de Garzas y se extiende hasta el Pará, está llena de grutas y cuevas con inscripciones prehistóricas, grandes galerías de estalactitas, estalagmitas y lagos subterráneos de piedra caliza y profundas aguas azules.
Una de estas cuevas, cerca del Rio das Mortes, entre los paralelos 14 y 15, se indica en el libro "Mi vida con una Vestal" Leo Doctlan, Ed. Sananda, como la entrada a la ciudad subterránea.
Una de estas cuevas, cerca del Rio das Mortes, entre los paralelos 14 y 15, se indica en el libro "Mi vida con una Vestal" Leo Doctlan, Ed. Sananda, como la entrada a la ciudad subterránea.
Las cuevas de Brasil
Cueva del Lago Azul.
De acuerdo a muchos místicos y algunas sociedades iniciáticas, hay muchos túneles en Brasil, que se abren a la superficie en varios lugares.
El más famoso de ellos situado en las estribaciones de la Serra do Roncador, en el NE de Mato Grosso, donde desapareció misteriosamente el coronel Fawcett quién se dirigía allí en busca de una ciudad intraterrena. La apertura del túnel Roncador está fuertemente custodiado por los indios Xavante, que no permiten el ingreso de extraños.
Los murciélagos indígenas también custodian estas aberturas que dan a las ciudades subterráneas.
Tenga en cuenta la cita de una carta escrita por un explorador norteamericano llamado Carl Huni: "La entrada de la cueva está custodiada por los murciélagos indios, que son oscuros y pequeños pero de gran fuerza física; su sentido del olfato está más desarrollado que los mejores perros de caza. Incluso si los indígenas aprueban el ingreso a un extraño y le permiten entrar en las cuevas, se perderán en este mundo intrincado y desconocido".
"Los murciélagos indios viven en cuevas y salen por la noche al bosque de los alrededores, pero no tienen contacto con los residentes de abajo, los que viven en una ciudad subterránea en la que ellos forman una comunidad auto-suficiente, con una población de tamaño considerable. Se cree que las ciudades que viven bajo tierra fueron construidos por los atlantes."
De acuerdo a muchos místicos y algunas sociedades iniciáticas, hay muchos túneles en Brasil, que se abren a la superficie en varios lugares.
El más famoso de ellos situado en las estribaciones de la Serra do Roncador, en el NE de Mato Grosso, donde desapareció misteriosamente el coronel Fawcett quién se dirigía allí en busca de una ciudad intraterrena. La apertura del túnel Roncador está fuertemente custodiado por los indios Xavante, que no permiten el ingreso de extraños.
Los murciélagos indígenas también custodian estas aberturas que dan a las ciudades subterráneas.
Tenga en cuenta la cita de una carta escrita por un explorador norteamericano llamado Carl Huni: "La entrada de la cueva está custodiada por los murciélagos indios, que son oscuros y pequeños pero de gran fuerza física; su sentido del olfato está más desarrollado que los mejores perros de caza. Incluso si los indígenas aprueban el ingreso a un extraño y le permiten entrar en las cuevas, se perderán en este mundo intrincado y desconocido".
"Los murciélagos indios viven en cuevas y salen por la noche al bosque de los alrededores, pero no tienen contacto con los residentes de abajo, los que viven en una ciudad subterránea en la que ellos forman una comunidad auto-suficiente, con una población de tamaño considerable. Se cree que las ciudades que viven bajo tierra fueron construidos por los atlantes."
La selva de la Sierra do Roncador
En la selva de la Sierra do Roncador varios senderos en remotas áreas forestales conducen a zonas con petroglifos. Hay piedras lascadas que se remontan probablemente a 25.000 años atrás y varias piedras pulidas mucho más recientes y asociadas al comienzo de esta nueva era agrícola, que datan de unos 7.000 años aproximadamente.
jueves, 9 de diciembre de 2010
Z: la ciudad de Ibez, en el Mato Grosso
La Serra do Roncador es una formación montañosa de unos 1.000 Kms. de extensión situada en el centro del continente suramericano, en el estado brasilero del Mato Grosso. De norte a sur, separa la divisoria de la cuenca del Río Araguaia (afluente del Tocantins, que desemboca en el Pará, un brazo del Río Amazonas), de la del Río Xingú (afluente del Río Amazonas).
La Serra do Roncador es el lugar donde desapareció Percy Fawcett, su hijo Jack y su amigo Raleigh Rimmel, durante su famosa exploración de 1925, mientras estaba en busca de la ciudad perdida.
En 1930 Albert de Winton, periodista estadounidense, organizó y comandó una nueva expedición para buscar a Fawcett. Afirmó haber logrado reconstruir la ruta del coronel y poder seguirla para ubicarlo, y probablemente lo consiguió, pues tanto él como sus compañeros de viaje desaparecieron sin dejar rastro.
Otra vez, en 1932, el explorador y cazador suizo Stefan Rattin, organizó una expedición junto con el periodista Horacio Fusoni y un grupo de catorce hombres más. Se internaron en la selva y nunca más se supo de ellos.
Se especula con que Fawcett y su grupo entraron a una caverna sin fondo en las cercanías de la llamada Lagoa Santa, llegando a la hipotética ciudad de Ibez, ubicada justo en el corazón del Roncador, y que para hacerlo tuvieron que desmaterializarse, es decir, salir de sus cuerpos.
En efecto, en la zona del Roncador hay muchas leyendas que cuentan sobre inmensas cavernas subterráneas de cientos de kilómetros de extensión. En los alrededores de la Lagoa Santa, un espejo de agua sagrado para los indígenas Xavantes (lago estéril, sin ninguna forma de vida), existe una honda caverna donde los nativos y varios grupos esotéricos y místicos practican ceremonias secretas. Según ellos, hay humanos (llamados intraterrestres) que viven en aquellas grutas.
En mi reciente viaje a Brasil quise profundizar en el estudio de la Serra do Roncador desde el punto de vista arqueológico. Cerca de ella se encuentra la Gruta dos Pezinhos, que fue lo primero que analicé, pues allí hay decenas de hormas de pies humanos marcadas, algunas de las cuales tienen 4 o 6 dedos, si bien la mayoría tiene 5.
Las hormas de 4 o 6 dedos están presentes en muchas tribus de Suramérica. El nacimiento de un niño con malformación, resultado, por lo general, de uniones entre personas de la misma tribu, se estima aún hoy como un regalo de Dios, un evento impregnado de sacralidad, hecho digno, por tanto, de representarse en la roca como una cosa importante.
YURI LEVERATTO
Copyright 2010
La Serra do Roncador es el lugar donde desapareció Percy Fawcett, su hijo Jack y su amigo Raleigh Rimmel, durante su famosa exploración de 1925, mientras estaba en busca de la ciudad perdida.
En 1930 Albert de Winton, periodista estadounidense, organizó y comandó una nueva expedición para buscar a Fawcett. Afirmó haber logrado reconstruir la ruta del coronel y poder seguirla para ubicarlo, y probablemente lo consiguió, pues tanto él como sus compañeros de viaje desaparecieron sin dejar rastro.
Otra vez, en 1932, el explorador y cazador suizo Stefan Rattin, organizó una expedición junto con el periodista Horacio Fusoni y un grupo de catorce hombres más. Se internaron en la selva y nunca más se supo de ellos.
Se especula con que Fawcett y su grupo entraron a una caverna sin fondo en las cercanías de la llamada Lagoa Santa, llegando a la hipotética ciudad de Ibez, ubicada justo en el corazón del Roncador, y que para hacerlo tuvieron que desmaterializarse, es decir, salir de sus cuerpos.
En efecto, en la zona del Roncador hay muchas leyendas que cuentan sobre inmensas cavernas subterráneas de cientos de kilómetros de extensión. En los alrededores de la Lagoa Santa, un espejo de agua sagrado para los indígenas Xavantes (lago estéril, sin ninguna forma de vida), existe una honda caverna donde los nativos y varios grupos esotéricos y místicos practican ceremonias secretas. Según ellos, hay humanos (llamados intraterrestres) que viven en aquellas grutas.
En mi reciente viaje a Brasil quise profundizar en el estudio de la Serra do Roncador desde el punto de vista arqueológico. Cerca de ella se encuentra la Gruta dos Pezinhos, que fue lo primero que analicé, pues allí hay decenas de hormas de pies humanos marcadas, algunas de las cuales tienen 4 o 6 dedos, si bien la mayoría tiene 5.
Las hormas de 4 o 6 dedos están presentes en muchas tribus de Suramérica. El nacimiento de un niño con malformación, resultado, por lo general, de uniones entre personas de la misma tribu, se estima aún hoy como un regalo de Dios, un evento impregnado de sacralidad, hecho digno, por tanto, de representarse en la roca como una cosa importante.
YURI LEVERATTO
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