
El primer investigador que sostuvo esta tesis fue el más grande aventurero del siglo XX, el coronel inglés Percy Harrison Fawcett. Como base de sus convicciones encontró el manuscrito (n. 512) conservado en la Biblioteca Nacional de Rio de Janeiro, en el cual estaba descrito el descubrimiento por parte del bandeirante Francisco Raposo, en 1743, de una ciudad de piedra inalcanzable, escondida en la selva de Mato Grosso, no lejos del río Xingú.
Fawcett partió varias veces después del 1920, explorando la selva comprendida entre el Río Xingú y el Rió Araguaia, en la altura de la Serra do Roncador.
Su desaparición precisamente en el área forestal de la Serra do Roncador, a finales de mayo de 1925, no hizo más que revivir la leyenda de una misteriosa ciudad antediluviana, que se tragó al explorador, a su hijo Jack y a un amigo que participaba de la expedición.
Otro que sostiene la tesis de que los sobrevivientes del diluvio se refugiaron en Suramérica fue el austríaco Arthur Posnasky, que, en su libro Tiwanaku, la cuna del hombre americano, indica que el sitio arqueológico cercano al lago Titicaca tendría una fecha de fundación que ascendería a 12.000 años.
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